Hace pocas semanas, me encontraba en una de las tantas
canchas sintéticas que existen hoy en día en Guayaquil y me disponía a jugar fútbol con varios amigos. Confieso
que si hay algo que me mueve con mucha puntualidad, y a veces suelo llegar con
bastante tiempo de antelación, es cuando voy a jugar fútbol. Y este día no
fue la excepción pero me encontré con una grata sorpresa: chicos de
aproximadamente 11 años realizando una práctica en un conocido equipo
ecuatoriano, supervisados por su entrenador. Siempre seré fanático de observar
entrenamientos, sea de la categoría que sea, ya que creo que siempre se pueden
sacar evaluaciones interesantes, de los jugadores y sobre todo del manejo del
D.T. de la misma.
En esta ocasión se me vinieron a la mente, y al recuerdo,
dos cosas: la primera, evocar aquella infancia ida en la que crecí junto a un
balón, formando parte de equipos o en mi escuela, rodeado de amigos y varios
chicos de mi edad. Y lo segundo que pensé fue sobre cuántos niños, y a
varios de ellos les observé buena técnica y condiciones, llegarían a
darse a conocer, en un ámbito profesional de fútbol. Y mi respuesta a mi mismo,
sobre todo con lamento, fue una sola: lo más probable es que si dos o tres
llegan al profesionalismo ya es mucho. De seguro existirán chicos que de
repente en el trayecto de su vida desistirán de intentar llegar a la élite pero
habrán otros que fracasarán en su intento. Y creanme, jugadores con talento, que por un proceso de
selección errado quedan en la vereda sin una chance de mostrarse.
Puedo hablar del proceso de selección y de elección en las
menores, al menos en Ecuador, ya
que lo he vivido de cerca. Muchos
entrenadores priorizan el tema físico sobre el técnico, en algunos casos
el jugador de raza negra tiene cierto privilegio en la preferencia tomando como
parámetro el ámbito del físico que me refiero, aunque vale señalar que también
hay excelentes jugadores de raza negra, es la base de nuestro país sin dudas.
En otras circunstancias, más graves aún, se da el tema que determinado chico tiene predilección antes que otro
dado el famoso “patrocinio” de su padre hacia algún allegado en ese equipo.
Basta con tener cierta intuición y notar que en ningún momento he
hecho alusión a factores técnicos para elegir o descartar un jugador. Lo
he visto, lo he escuchado, me lo han dicho, es el común denominador en las
formativas de Ecuador. Años atrás recuerdo a un 9 que jugaba muy bien en Barcelona SC, su nombre es Giovani Parreño, y les aseguro que le
veía hacer goles de todos los modos: de sombrerito, de cabeza (pese a no ser
muy alto) , de derecha, de izquierda, notable técnicamente. Bueno, llegó su
momento de asomar en Primera y hasta el día de hoy me sigo preguntando que pasó
con el. Sé que anduvo sin mucho suceso por la Serie B pero en la A estoy casi
seguro que nunca debutó. Lo penoso es ver tantos jugadores que luego desfilaron
en ese club y en varios más que no cumplían con varias valoraciones para ser
jugadores de un aporte importante pero llegaron por un proceso curioso, errado
y muchas veces hasta sospechoso.
Mi afán no es restarle mérito ni mucho menos a quienes
merecidamente arribaron a la categoría máxima o lograron darse a conocer como
futbolistas , está claro que tienen su reconocimiento bien ganado, sino mostrar
esa otra cara, esa cara que aunque no lo sepamos, existe: aquel talento que
quiso llegar pero quedó a mitad de camino, aquel jugador que no podrá
enseñar esa capacidad innata o adquirida de niño y quedará simplemente como un
desconocido más. Un factor no menos importante es el manejo dirigencial, si
caes en manos erradas tu futuro se llena de un cielo negro.
No todo está perdido. Creo, y tengo fe, que los tiempos
en algo han cambiado, que lo que vi y supe hace 15 años ya hoy ha
cambiado. Como beneficio, existen más
academias y lugares adonde acudir y la oferta va en aumento para los niños, creo
que hay mejores preparadores que antes y esta masificación que vive nuestro
fútbol tiene consecuencias positivas en esa área. Cierro esta nota con el
deseo enorme de estar equivocado y de ver debutar en nuestro fútbol a algún o
algunos de los chicos que vi hace poco en aquella cancha y decir “vaya, que
buen jugador es “. Lo deseo de corazón.
Por David Aguirre Ramirez.
@davidaguirre1
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