La forma no se traiciona.

180 minutos de dominio, de tenencia, de jugar en campo rival, de ir a buscar bajo todos los argumentos que conoce. El toque a ras de piso, las paredes, ir por las bandas. 46 remates al arco con apenas 12 de ellos con destino correcto y dos goles convertidos en dos partidos,  con una posesión que sobrepasa el 70 %. Un saldo pobre de eficacia si nos regimos en eso y un saldo alto de superioridad  si analizamos lo cualitativo, una forma cada vez mas en desuso a la hora de hablar de fútbol. El objetivo de la final no se alcanza, pero la forma no se traiciona. Hablo del F.C. Barcelona en esta semifinal ante el Chelsea.
Martí Perarnau en su imprescindible libro "Senda de campeones" afirma lo que es la idea madre en el FCB: "La pelota es mía y me ordeno a partir de ella; quiero dominar y siempre salgo a ganar, lo que me obliga a conquistar el balón, poseerlo y no perderlo. Me defiendo atacando". Este notable concepto, impuesto por Laureano Ruiz en La Masia, es el chip con el que cada jugador surgido en las menores de este club crece, se forma, se cobija bajo esa idea. Pedirles algo distinto es ir contra la naturaleza que ellos sienten.  Escuché tantos conceptos post partido en el Camp Nou, uno de esos  "que debían ir a un plan B". Plan B? Hablamos de un equipo que bajo este estilo y forma ha ganado todo en Europa en los últimos años, siendo contundente en su modo de alcanzar sus victorias, sin necesidad de recurrir a variantes forzadas y extremas y que ante todo, desconoce. Los equipos deben explotar sus virtudes y mucho mas aún cuando alcanzan una identidad, una identidad que lleva esfuerzo conseguir, que se la debe amoldar, ir ladrillo por ladrillo construyéndola. Tirar abajo eso por un marcador sabe a herejía en clan Barca.

Mérito de un Chelsea que logró, con fortuna en grandes pasajes dado la mala eficacia del Barcelona de cara al gol, soportar dos partidos enteros metido en su área. Meritorio desde lo psicológico de saber aguantarlo, estuvo con 10 hombres gran parte del partido de vuelta, usó armas lícitas y no recurrió muy continuamente al foul, tuvo valores como Drogba entregados netamente al sacrificio. Y aquí me quiero detener porque hay algo que vale la pena decir. Gran trabajo defensivo?. No, yo creo que no. Hablamos de un equipo que recibió 46 remates al arco, le tocó meterse en su área en Inglaterra y en España. He observado excelentes mecanismos defensivos en otros cuadros y en ninguno de ellos estás tan agobiado en tu zona y te rematan tanto al arco. No, eso no. Es jugar a la ruleta rusa, esperando que no esté cargado el revólver. Por fortuna para ellos, no lo estuvo esta vez.

El Barcelona padeció, bajo una forma u otra, bajos rendimientos individuales, Messi preso del embudo que hacía el Chelsea, Xavi obligado a ir a zonas de poca trascendencia (algo que le disgusta mucho sin dudas), Cuenca con la vertical como opción pero con Cole como barrera infranqueable, Iniesta el más claro en sus intentos pero aislado para la producción colectiva.  Sánchez siempre movedizo pero sin espacios claros para donde ir y accionar. En fin, todo este cuadro propiciado por un Chelsea metido atrás y un Barca con mas ansiedad que paciencia, que siempre ha sido su aliado. Retornar a ella cuando mas debía podía ser lo adecuado pero el tiempo era el enemigo.

La huella, la gran huella que deja y dejará el F.C. Barcelona no son sus títulos. En realidad la gran enseñanza que nos dan es que las formas y el estilo no se desprestigian, aun estando en la situación límite que estés. Acudir a los que sabes, acudir a lo que eres y sobre todo siempre mantenerte fiel a ti mismo. Esa es la grandeza del fútbol. Los dejo con el cierre de la nota con las palabras de Xavi que nos muestran la cara de este club: " Paso y me muevo o paso y me quedo; me ofrezco y te ayudo; te miro y me paro y levanto la cabeza, miro y sobre todo abro el campo. Esto es el Barca".

Por David Aguirre Ramirez.

@davidaguirre1