Hace pocos días Santiago Solari, de quien me
confieso admirador de sus escritos, detallaba en una gran nota llamada “resultadismo”
varios aspectos que nos abren la mente: una frase interesante fue “en la prisa
por los resultados, no se respetan los procesos; se aceleran o se matan antes
de desarrollarse”. Contexto claro: sin resultados inmediatos, cualquier forma o
proceso que se piense constituir o avalar tiene poca base para muchos, no
cuenta con respaldo. Hasta lo que yo sé, y por lógica pura, a partir de los
procesos se obtienen resultados y no al revés. Hoy en día muchos esperan
resultados inmediatos para avalar procesos y son los mismos que al primer
traspié en resultados piden la cabeza de los DT. Fácil y cómoda posición, leer
el diario del lunes y hacer juicios absolutos.
“Mañana el Barça perderá. O pasado mañana. A
todos nos pasa. Pero nadie puede discutir que hace ya mucho tiempo que el Barça
es un equipo reconocible. Único.
Pep Guardiola.
Pep Guardiola.
¿En qué creen los entrenadores que sólo creen
en la victoria? ¿Cuál entrenador no desea ganar? ¿Por qué muchos se acomodan
en un discurso tras la victoria y si pierden hablan de todo
menos del marcador? Terminan siendo preguntas obvias pero sucede que los
discursos terminan también siendo obvios y con un agravante: se siguen
masificando. Poco tiempo atrás, el entrenador argentino Luis Zubeldía, de quien tengo
ciertos buenos conceptos ya que lo vi trabajar y dirigir acá en Ecuador y
dialogué con él, me sorprendió con un discurso. Señalaba: “yo no creo en ningún
tipo de ideología”, en referencia al juego y en alusión a que no es
necesaria una identidad o creer en algo para plasmar una idea de juego. Nuevamente
me saltan preguntas a la mente, ¿cómo sera el discurso de él en el medio
tiempo? ¿Cómo se puede transmitir algo de lo cual no estás del todo convencido?
Porque aquel que no está convencido de una idea de juego o de a qué ajustarse
en el partido, transita el rumbo de los partidos con esa incertidumbre de no
saber en que basarse, buscando navegar acorde a la conveniencia del
encuentro. Tengo claro mi percepción del juego, siempre defendiendo la
posesión del balón, tanto como argumento defensivo como ofensivo pero no con
esto quiero decir que deban pensar tal cual, yo siento el juego pero sí creo
que es necesario saber que tipo de perfil manejan y que desean que sus
jugadores implementen. Una vez más, el discurso necesita de que el jugador crea
en quien lo detalla.
Tito Vilanova.
Un discurso que no comparto , aunque
avalo su autocrítica, es el que está manejando actualmente el DT de Barcelona
Sporting Club, Gustavo Costas. Afirma “en estos últimos
5 partidos no importa el cómo ganar con tal de hacerlo, aunque estoy
consciente que no es el modo en el que la afición desearía que jugásemos”
Reflexiones: Cuantos partidos se puede ganar sin buscar jugar bien? Cuantas veces
se puede apelar a esperar a que el rival juegue directamente menos que
uno? Entiendo en parte la postura de Costas consciente de que el club que
dirige, máximo referente nacional y con la mayor popularidad sin dudas,
necesita un título urgentemente tras ya 14 años que no lo ha obtenido. Eso sí,
este discurso, si vale el término, se lo excusa en este año y a esta altura
pero ni por lejos puede ser la base de la creencia 2013 para plantear los
objetivos. El primer objetivo siempre debe ser jugar bien y las victorias irán
asomando y no esperar que las victorias lleguen saltándose el trámite del
juego. Y da la sensación que hoy muchos creen en lo segundo.
Creer, creer en tu idea. Saber que
transmitir, y hacerlo desde la convicción. Esas son las ideas que prevalecen,
las que toman fuerza a partir de su origen.
Como diría Ángel Cappa “El fútbol sirve
no solamente para ganar, sino también para algo mucho más importante que es la
ilusión. Para que nos llene, para que nos regale un poquito de felicidad” . Y
esa felicidad, quienes amamos el fútbol, la hallamos en las ideas, en la fe y
en el amor al juego.
Por David Aguirre Ramirez.
@davidaguirre1
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