¨El secreto del exito es la constacia del proposito. ¨
(Anonimo)

lunes, 23 de julio de 2012

La necesidad del último pase.‏


Hay elementos innegociables en el fútbol, uno de esos es buscar beneficiar los caminos o mecanismos para hallar las mejores bases para el toque. Se necesita para aquello jugadores con un buen sentido técnico , que estén rodeados de compañeros que sepan desmarcarse, un colectivo que sustente la posibilidad de tener un volumen idóneo para hacer del toque la base a utilizar en el sentido táctico colectivo. Pero hay un jugador, que aún necesitando un colectivo que lo respalde, puede desequilibrar la balanza a su favor con apenas una maniobra y una acción: el último pase. 
 
El último pase no consiste ni más ni menos que en aquel pase que deja a su compañero claramente de cara al gol, habitualmente los beneficiados de esta variable son los punteros y los arietes y los constructores de los mismos son los volantes ofensivos y en varias ocasiones los volantes mixtos. Futbolistas como Iniesta, Silva, Riquelme, entre otros, entienden algo fundamental: simplificar y allanar los caminos al gol con la rapidez de sus ejecuciones. Perfilarse, control del pase recibido y ejecutar un pase al compañero, ya sea entre líneas o al espacio donde la jugada lo necesite. Son el último eslabón dentro del engranaje colectivo, aquel que puede clarificar en medio de la confusión. Para eso se requiere de tener una calidad que los avale, que los vuelva diferentes al común denominador.
 
Existe una dependencia no menor en estos casos: estos jugadores, que suelen tener una lectura casi perfecta de hacia dónde deben dirigir sus pases, necesitan de compañeros que sepan tirar un desmarque, que exista una comprensión de cuando ir hacia la zona hacia la cual se puede dirigir el balón. Agregado a esto hay un valor muchas veces injusto, ya que si un determinado gran pase no termina en gol por una mala definición del atacante muchas veces ese pase queda en el olvido. Recuerdo no menos de 3 o 4 pases gol formidables de Riquelme en Chile ante Universidad de Chile (su principal destinatario fue Mouche) pero al no acabar en goles no se le da el crédito o la difusión debida al pase, es decir, se analiza el fondo (no fue gol) sin analizar la forma (lo grandioso del pase) . Suele pasar esto mucho en el fútbol en varios de sus contextos. 
 
Tengo presente aún de modo claro el debut de España en esta última Eurocopa, en la cual logró el bicampeonato. Una Italia muy bien diagramada, con mecanismos defensivos sólidos, un mediocampo que se juntaba bien con la línea de fondo para sellar espacios al cuadro de Del Bosque. De repente, en medio de ese mar de complejidades, asoma Silva y toca sutilmente entre líneas un pase letal para Fabregas, quien sin dudar disparó de zurda y batió a Buffon. Gol,  y así Silva todo un cuadro de dificultades y dudas lo resolvió con una genialidad que luce muy sencillo de realizar. Pero es de lo más complejo que puede haber en el juego.
 
En nuestro medio, y con las diferencias del caso con los nombrados anteriormente, Damián Díaz tiene varias de esas cualidades. Suele echarse al hombro la responsabilidad de ser quien busque esos pases, ya sean en vertical o en diagonal. Casi podría garantizar que no deja de colocar dos o tres pases gol por partido, no todos capitalizados por Mina u otro delantero. En varias ocasiones si se han aprovechado sus asistencias, en otras no. Y es ahí justamente, cuando no se anota, que esas jugadas pasan al baúl del olvido. Los invito a que vean sus partidos , mas allá de su eficacia, siempre trata de hallar el espacio y la acción para lograr una posibilidad de estas habilitaciones. Y eso siempre será válido.  
 
Cierro el artículo con la esperanza de que valores nacionales en las formativas asomen pronto con esa luz para aclarar los partidos cuando parece que asoman las tinieblas. Un abrazo amigos, los dejo con una frase muy sensata dicha por Francisco Maturana: "Un gol salva al goleador en su rendimiento, pero un pase gol salva al colectivo".



Por David Aguirre Ramirez.
@davidaguirre1

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