La función de los amistosos

"No hay mejor entrenamiento que los partidos de prueba" reza un adagio y creo que puede aplicarse para muchos, sino todos los deportes.

Dentro de los juegos amistosos se puede ir trabajando en los defectos, potenciar las virtudes, ver formas y conceptos, pulir detalles que no estén claros, pero ante todo tienes un gran beneficio: no tener la presión obligatoria de ganar ya que no hay un torneo oficial de por medio. Gran ventaja

En el camino para buscar ganar un partido muchos DT olvidan el cómo, el camino, la forma. Hoy en día si un entrenador pierde tres partidos consecutivos , ya se especula y se habla de que su cabeza puede rodar, que no encuentra el rumbo, que el equipo no funciona por culpa de él. Se ha vuelto tendencia esto que señalo y ojo, pasa a nivel mundial.

Por aquello es que deseo dar a conocer mi criterio de la función de los amistosos y su objetivo: ir encontrando la forma adecuada y la estructura conceptual que todo conjunto debe tener a la hora de jugar. Muchos equipos hoy en día juegan por jugar, sin norte y sin idea. Transitan los partidos, no los razonan. Pero hay un aspecto, dentro de estos amistosos, que no me deja de llamar la atención.

Por reglamento, o por decisión mutua de los dos equipos hay amistosos que tienen un máximo permitido de 5 cambios por equipo, y hay partidos en los cuales se pueden cambiar los 11 integrantes de cada lado. Y es ahí, cuando se da esa circunstancia, que el partido, el contexto, lo que le puede quedar de análisis al DT se empieza a perder, a volverse confuso.

Ustedes dirán, y con mucho de obvio, que estoy equivocado y que en los amistosos mientras mas pruebas a jugadores hagas mejor, pero aquí viene el detalle, hay que saber cómo hacerlas, cuándo y en que momento. Les citaré un ejemplo para especificar mi idea.

Usaré un nombre ficticio en este caso, el jugador Juan Perez ingresa al campo de juego al minuto 65 de juego, previo a eso han existido 7 cambios en su equipo, en esa oncena. Por ende, ese jugador entrará al campo sin estructura fija, sin soporte del colectivo, ya que tantas variantes de esquema y sistema posiblemente tienden a confundir y no a respaldar.

Es posible que ese jugador pueda tener una respuesta positiva pero será exclusivamente desde el campo individual, difícilmente desde la comprensión con los demás en lo global.

Agregado a eso, es posible que este jugador al ingresar al campo ya le toque actuar junto a jugadores que no son considerados abridores , por lo cual ese rendimiento de ese equipo ya está yendo de mas a menos en ese partido, es una suma de hechos.

Es diferente el caso cuando un DT decide usar dos equipos diferentes para cada partido, probando con lógica y de modo racional acorde a lo que el partido pueda permitir.

Este análisis que llevo a cabo ahora me lo vengo haciendo ya hace un tiempo atrás, intentando buscar un justificativo a tantas variantes en un partido.

De seguro los DT sabrán y tendrán sus motivos, pero yo, desde afuera, observo lo que señalo, y en su gran mayoría, veo jugadores cayendo presa de un partido desvirtuado por tanto cambio y confundidos ante el abuso de variantes dadas.

Estoy de acuerdo en las pruebas, en buscar las mejoras que cada entrenador debe alcanzar, pero hay algo clave amigos: el cómo llego a eso que deseo. Los caminos son varios, las elecciones también y siempre se debe achicar el margen de error.

Los DT caen en una contradicción: en su idea de alcanzar un resultado dejan de lado la forma, sin darse cuenta que al obtener una forma y estilo de juego los resultados empiezan a asomar, empiezan a llegar. Los hinchas y los periodistas, desde nuestro lugar, debemos exigir conceptos, rumbo, y ante todo ideas.

Ese es el gran éxito del fútbol. Los dejo amigos con la clásica frase de cierre del editorial precisamente de un concepto del juego: "Hay que tocar el balón, protegerlo, jugarlo, salir a por el rival, dárselo al compañero y proseguir en la jugada. Todo bajo el lema: la jugada ya aparecerá" (Laureano Ruiz)

Por David Aguirre

@davidaguirre1